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Lucía Orbe: "Mi familia es primordial, pero también amo la motocicleta"

Motociclismo.ec dialogó con esta madre motociclista para conocer su historia y por intermedio de ella, rendir un homenaje a todas las mujeres que han sabido compaginar familia con motociclismo sin perjuicio de ninguna de las dos.


Tiene 36 años. Es madre de dos hijos. Pero sobre todo es motociclista. Su nombre y su imagen no pasan desapercibidos en este deporte porque se ha ganado un merecido lugar luego de 21 años de estar subida en una moto…. Se trata de Lucía “Lu” Orbe, una mujer que se enamoró de esta afición y que supo compaginar su función de madre con su “pasatiempo” favorito.


Su historia con la moto empezó por una necesidad familiar de transporte pero de pronto dio un giro radical y se convirtió en una pasión desenfrenada que terminó convirtiéndose junto a sus hijos en la base de su vida.


¿Cuándo entró la motocicleta a tu vida?

Por la necesidad de tener un medio de movilización para mis hijos cuando eran muy pequeños. Yo tenía apenas 21 años y andábamos los tres en ella. En realidad eran tramos cortos: de la casa a la guardería, al trabajo, a la universidad y de regreso a la casa.

Cuando iba con ellos obviamente siempre estaban con casco y les amarraba hacia mi con una bufanda. Así les iba a dejar a donde tenía que llevarles.


¿Qué te motivó a comprar la moto?

La necesidad de transporte. De un día para otro hice un préstamo para comprarla moto. Y amanecí con la moto, una Ranger, de esas estilo Harley. Mi mamá me dijo: “esta está loca”.


¿Te preocupaba llevar a los niños en ella?

Claro que sí. Tenía ese miedo que tenemos todas las madres. Fue horrible pero era mi único medio de movilización.

¿Cuándo viste a la moto más allá de una necesidad de transporte? ¿Cómo se convirtió en mucho más que eso?

Cuando tenía unos 25 años. Un señor me paró en la calle y me invitó a hacer enduro. Con miedo pero accedí. Y desde ahí empezó mi pasión por las motos. Poco a poco me fui adentrando en este deporte, aprendiendo sus secretos, conociendo nuevas modalidades y, sobre todo, ganándome un espacio en un medio mayoritariamente de hombres.

Mi primera moto de enduro fue una Honda 230 CRF.


¿A tus hijos, ya más grandes, les gustó la moto?

A ellos no les gusta mucho el motociclismo. Y ese también ha sido un lado duro para mi porque cuando eran pequeños me iba a escondidas a hacer enduro. Me cambiaba sin que me vean y les dejaba con la empleada.

Poco a poco, con el tiempo, ellos han ido acostumbrándose, que es diferente a que les guste, a tener una mamá motociclista.


¿Eso te ha creado conflictos personales o familiares?

Poco a poco dices “esta es la vida que me gusta y me tocó vivir”. Aunque a ellos no les guste mucho lo bueno es que lo aceptan y ahora incluso me ayudan y me acompañan a las carreras. Hasta me ayudan como abastos en algunas ocasiones.


¿Cómo combinas la tarea de ser madre con el gusto por las motos?

Es una cosa de mucho cariño por las dos cosas. Mi familia es lo primordial para mi, pero también amo la motocicleta. Nunca he pensado en dejarla por mis hijos. No es que te enamoras de algo y lo dejas así nomas.

Me he esforzado muchísimo para lograrlo. Hemos compartido toda una vida con las motos. Ellos entendieron que yo trabajaba al cien por ciento por ellos toda la semana, que el domingo era el día de ellos… Pero que el sábado era mío, para la moto.


¿Lo aceptaron sin problemas?

Entendieron que yo también necesitaba mi tranquilidad para salir en la moto. Cuando salgo en ella regreso feliz y esa felicidad me dura toda la semana. Entonces no estoy molesta, es algo que ellos también aprecian y no se complican cuando salgo en la moto.

Mis hijos ya están grandes, Nicole tiene 18 años y Alejandro 16. Ahora intervengo menos en su vida y eso también ayuda un poco. Es diferente ahora a cuando eran pequeños.

Pero al comienzo si me costó para que se acostumbren, que lo acepten.


¿Entonces ahora ya es diferente?

Ahora tengo un gran apoyo de ellos. Y eso me permite pensar y planificar nuevas cosas en el motociclismo. Yo quiero seguir montando motos a largo plazo. Más que premios o medallas, quiero seguir en la moto… Inclusive me gustaría hacer un viaje largo de uno o dos años.

¿Cuéntame más de este nuevo sueño?

Ahora estoy bien dedicada al doble propósito, aunque por el tema de la pandemia no hemos podido hacerlo mucho. Siempre trato de viajar por Ecuador. Conozco destinos muy lindos.

Siempre me ha gustado viajar y quisiera irme hasta la Patagonia. O tal vez ir a EEUU y comprar una motocicleta allá y comenzar mi viaje hacia el sur.

Solo estoy esperando un poco más de estabilidad económica y que se abran las fronteras para irme de viaje.

Tengo empresas que me apoyan mucho, que son mis auspiciantes y gracias a ellos he podido cumplir mis sueños de ser motociclista. Y espero seguir haciéndolo.


Y fuera de la familia… ¿cómo fue el hacerse un espacio en el motociclismo?

Fue duro al principio. El motociclismo es un mundo de hombres. Gracias a Dios yo he ido quitando esas barreras poco a poco y he logrado que me reconozcan por el esfuerzo que he hecho para seguir. La gente debe darse cuenta que el motociclismo no tiene género… es de hombres y mujeres, de todas las personas que amamos las motos. Si he tenido que pasar cosas duras, pero las barreras se han quitado.


¿También debiste tener momentos duros a causa de la moto?

Un accidente fuerte hace 10 años, cuando estaba empezando. Me golpeé la cabeza y perdí la memoria un mes. Mis hijos eran muy pequeños. Ahí aprendí que debo ser más responsable conmigo mismo. Me tomó unos nueve meses recuperarme totalmente. También he tenido golpes muy fuertes pero nada que me haya roto.

¿Por qué caminos del motociclismo has transitado en todo este tiempo?

Desde las calles cuando era mi medio de transporte diario, muchas “carreras de pueblo”, largos enduros de fin de semana. He corrido rallies raid, muchas de las Bajas que se hacen en Ecuador: el de Manabí muchas, terminando en un décimo octavo lugar de la clasificación general; el Baja Sacha, el Baja Sucumbíos. Solo el Baja Pedernales no he podido terminarlo.

Pero el evento más grande en el que he estado fue el Andes Rider, que no es una competencia sino que se trata de terminarlo… y tuve la suerte de ser la primera en llegar a la meta entre 315 pilotos. Fue un gran momento para mi.


¿Satisfecha y contenta con lo que has hecho dentro del motociclismo?

Claro que sí. Sobre todo porque ya soy muy aceptada en el mundo de las motos. Es un gusto y un privilegio que, como mujer, esté tan metida en este deporte.

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